viernes, 20 de septiembre de 2013

ASÍ HABLÓ ZARATUSTRA, (crítica de la última parte sobre el eterno retorno de lo idéntico)

Ser siempre, la sempiternidad, significa persistencia de algo a lo largo de la serie temporal, duración ilimitada que es no menos duración que la efímera, y durar es estar sumergido en el torrente del tiempo, más o menos vulnerable a su influjo.

Si lo tempiterno dura tanto como el tiempo mismo en su totalidad, lo eterno es antes que el tiempo empiece y después que acabe, es una duración hiperbólica. Lo es tanto, que en ella, la duración se conserva a la vez que se anula; un ser eterno vive un tiempo infinito, es decir, dura en un solo instante, es decir, no dura. Posee pues, íntegramente, de modo simultáneo y completo, una vida sin fin.

Toda verdad es curva, el tiempo mismo es un círculo, pasado y futuro están allí, en lo ilimitado, fundidos entre si. El círculo del tiempo es pensado como una onda intramundana, como un anillo de ahoras. Se levanta ante si, la abstracción de un tiempo circular, donde el centro está en todas partes.

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